29 junio 2006

Ganando barlovento

El Defensor de Pedro.
En la década de los ochenta nadie se pronunció sobre la trágica historia de este bergantín negrero, cuya tripulación se amotinó convirtiéndose en piratas.
Evidentemente que los intelectuales y apasionados del mar, llamado de carácter marinero, deben de tener conocimiento del trágico suceso de los piratas que fueron ahorcados en Cádiz en 1830. Es obvio que entre las mil y una historias que sombrean la milenaria Gades -Cádiz- deben de ocupar y ocupan un lugar donde guardan la triste historia de los jóvenes atípicos piratas del Defensor de Pedro que fueron ejecutados en esta Ciudad; claro está que no es cosa de dos, sino de “treinta y dos”.
Respecto a la longeva Gadir, aún se debaten los tópicos, la conjetura, la teoría. Absolutamente nadie ha sentado cátedra sobre sus orígenes. La ciudad más antigua de occidente la del “non plus ultra” abatida en 1492, por rancias carabelas, y en adelante por galeazas y galeones hasta convertirse en dueña del mar. Si bien, hay que atenerse al proverbio…, “generaciones vienen, generaciones van”. Evidentemente todo el saber retorna a sus lúculos con el pasar de los años, a golpes de cada ola en la rompiente, desde que sale el sol hasta que se pone, reposando a veces para siempre.
Sumergido estoy en la tierra que me vio nacer. Siento profundo respeto por su controvertida historia, porque aun hoy no hay acuerdo para situarla en el lugar que le corresponde en la historia. Disputada por académicos, historiadores, arqueólogos, antropólogos y tantos estudiosos. Cádiz es tan longevo, que aun hoy siguen hablando sus piedras cuando éstas son removidas, cada una de ella constituye un riesgo llegada la hora de un estudio profundo. “Ahí el gran reto”…, por qué, porque existen lagunas insalvables y pienso que tardará porque pocos medios hay para componer las piezas del puzzle, ¡ojalá! y me equivoque. Habría que jugar a poetas y susurrarle al viento, -¡sabios y prudentes!- ¿Quién eres Cádiz…?
Evidentemente, obvio, el conocimiento raya el límite entre “historiadores y juglares”. Habría que esperar nuevas generaciones con vocación renovada y apoyo incondicional.
“Un día hube de destapar la tapa del sarcófago yaciente en un lúculo y extraer los orígenes que reposaban inerte en el tiempo legajos tras legajos de un proceso judicial derivado en Consejo de Guerra, al que fueron sometidos los piratas del bergantín “Defensor de Pedro”.
Mi intención no era otra que indagar en las formas y conceptos de ambas filosofías de la época, porque consideré que un país destrozado, masacrado primero por Francia y después por la ineptitud de sus dos reyes Borbones Carlos IV y Fernando VII que dividieron el país, tomando luego el relevo de destrucción su descendencia… era improcedente -pensaba yo-, condenar bajo pena severísima como condigno castigo o ejemplar para que no se volvieran a repetir tales actos de piratería, ¡piratería! ¿Dónde? Inglaterra era la dueña del mar desde la derrota de Trafalgar, Napoleón perdió su flota y España la suya, que también era de Napoleón. Este pierde el favor de invadir a Inglaterra y España la de mantener sus colonias porque no tiene barcos. Por lo tanto el emperador dice adiós, como en su día dijo Felipe II, y España dijo adiós a sus colonias porque no tenía flota. Mientras tanto un Capitán de Navío liberal gaditano, decía.- ¡Viva la Constitución!, otro del mismo rango, cuerpo y unidad, absolutista, deambula loco por pasarlo por las armas. Estos absolutistas fueron los marinos que juzgaron a los piratas del Defensor de Pedro.
Después de haber conseguido mi información en 1991, me costó un -huevo y la mitad del otro- las paginas de Internet (será casualidad) empezaron a parir “Defensores de Pedro”, piratas por doquier, por sotavento y por barlovento. Hasta el ilustre académico señor Pérez Reverte en su Web se deja caer con el “Defensor de Pedro”; eso sí, con una cuajada de disparates históricos tremendos, -lo que no entiendo, lo cual lamento en semejante categoría
¡Ay! Los “negros”* ratas de alcantarillas, insensibles y bribones (que para aligerar el lastre) andáis copiando de copiones las veinticuatro horas del día equivocando a los prudentes y a quienes os encomiendan sus apuntes, confiando en vosotros, por un puñado de euros. *Anónimos, que partiendo de los apuntes de otro (escritor) reciclan los apuntes en libros que más tarde son manoseados por las editoriales y transformados en libros. Todo trabajo es digno, los negros son depredadores despreciables de las letras de otro; son adoradores de las informaciones o de los estudios que otros han elaborado altruistamente para los demás, cortan y pegan, tergiversando los conceptos, haciéndolos propios, jugando con la gramática en sus cuatro pilares. La contrapartida; si tienes una buena obra pero te faltan editoriales, no hay problema contratas a un negro, le pagas y te dirá el día que se publicará tu libro. No exagero así están las cosas.

El Caribe, los mares del Sur, el Mediterráneo y todos cuantos lugares habían confrontaciones entre naciones rivales por la supremacía del mar, las tierras, el oro y todo comercio, la codicia, la fama, el poder y las riquezas eran motivos más que suficientes para reñir por la fuerza del cañón, encarnizados combates entre navíos reales, corsarios y piratas; aun así, no existe parangón con las escaramuzas, combates, duelos entre navíos reales, corsarios de distintas naciones, teniendo como escenario la Bahía de Cádiz, a la vista de las murallas. El comercio colonial establecido primeramente en Sevilla y Cádiz, y posterior y definitivamente en Cádiz, hizo de ésta la gran urbe cosmopolita; obvio, aquellos que eran enemigos en alta mar, no dejaban de serlo en Cádiz. La fiereza de los corsarios pagados por España para protegerla de sus enemigos era tal, que en reiteradas ocasiones entablaron sangrientos combates en la misma Bahía gaditana a tiro de cañón de la ciudad; si bien ocurrieron enfrentamientos tan crudos que morían espectadores en las murallas que presenciaban el combate como si de una obra de teatro se tratara.

Jesús Borrego

1 comentario:

Anónimo dijo...

En los años ochenta servidor aun era un estudiante de BUP, eso que Vd. tanto odia bajo su nueva denominación de "secdundaria". En los noventa acudía a la Facultad sin tener claro si sería arqueólogo, historiador del arte o geógrafo. En 1997 publicó un primer libro, en 2000 vio la luz el segundo y ahí comencé a ver la importancia que había tenido el corso insurgente en la lucha por la independencia de las repúblicas hispanoamericanas, eso se confirmó en 2004 con la Tesis doctoral y en noviembre verá la luz como libro. Y todo esto ¿para qué?
Pues sencillamente para hacerle ver de una vez por todas que no soy NEGRO de NADIE, sólo trabajo para mí, al margen de la Universidad, pagándomelo yo TODO. Negro sería si escribiese libros para que los firmasen otros, no es el caso, mi firma va en ellos, mi nombre va en la cubierta.
Si Vd. encontró un pecio, pues para Vd. disfrútelo con salud, la vida lleva a gente muy distinta a encontrarse en un mismo lugar después de haber recorrido caminos concurrentes, para mi desgracia eso ha ocurrido en nuestro caso, así que ¿Sabe lo que le digo?
Cómase el Defensor con su pan y tenga una buena digestión, para mí no fue más que el epílogo de una historia que comenzó allá por 1806 en Buenos Aires y que, tras muchos avatares y haber infestado los océanos de piratas al mismo nivel que los siglos XVII y XVIII, terminó en la Conferencia de París de 1856, aunque países como España y los Estados Unidos mantuvieron el corso hasta finales del siglo XIX. Todavía hoy día los mares siguen llenos de piratas, en el Índico, en el Golfo de Guinea, en la desambocadura del Amazonas y en el Mar de la China Meridional... ¿Ah! y algunos maleducados en Internet.
Adios y muy buenas, caballero.