04 febrero 2009

POR QUÉ LO BAUTICÉ CON EL NOMBRE DE OJO DE POLIFEMO


Aprovechando una de las más grandes bajamar del año, navegaba por el centro del Cráter, sin apercibirme que la marea bajaba, cuando vine a darme cuenta era demasiado tarde. No podía por más salir de la encrucijada.

Mi embarcación fue hecha presa, enredada la hélice por la ‘endémica’ (Cymodocea nodosa). En Cádiz conocida por ‘Porreo’. Cuando entré en el gran círculo navegando tan entusiasmado tomando apuntes y fotografiando el traslucido fondo, con la cola del motor levantada tres cuartos, y la máquina al mínimo dado la escasa profundidad, me encontraba inmerso, entusiasmado al extremo de perder la noción de todo aquello que no fuera mis elucubraciones sobre tan extraordinaria experiencia. ‘No precisé en cambio, que la marea seguía bajando. Las plantas que en distintas zonas del cráter superaban el metro de altura se enrollaron en la hélice parándose el motor. Levanté la cola y me deshice del enredo con el cuchillo; eché mano de un remo por si podía arribar a aguas más profundas impulsando a la “Monti” (mi barco) por la popa, pero esta no se coscaba; pensé que salir del lugar me llevaría varias horas hasta que subiera la marea. Hice un nuevo intento por salir del atolladero tratando de impulsar la embarcación con el remo por la aleta de popa; mi sorpresa fue mayor y más mi espanto al observar como el remo que medía casi los dos metros, se hundía clavándose en el lodo al extremo que me costó trabajo sacarlo por lo profundo que estaba. Cuando lo recuperé me entró tal cabreo que lo lance con fuerza y casi lo pierdo ya que penetró más de un metro ochenta y mucho me costó recuperarlo. Me senté, porque mentiría si no digo, que estaba sin respiración. Tres horas, tal vez más estuve atrapado. Tuve tiempo de Pensar… Hasta me acordé del mítico ‘Ulises’ cuando clavó el puntiagudo palo en el ojo del ‘Cíclope Polifemo’. En cierto modo había símil “palo remo”, “ojo cráter”; y “esperar que llenara la marea”, “con el cíclope en su desesperación quitara la roca que tapaba la cueva donde Ulises se hallaba. El mar es pequeño o grande según las circunstancias. Se con toda seguridad que si en lugar del remo hubiera sido servidor quien saltara para empujar, me habría clavado en el fango y también ahogado con toda seguridad. Sinceramente: El mar se me hizo grande… Esperé hasta la subida de la marea y todo llegó a buen fin. El Cráter, su engañoso lecho es fango cubierto por la sola vegetación del “Porreo” empero las plantas están adheridas al seno, a una o dos cuartas; partiendo de esos, escasos centímetros, se va convirtiendo en una suave y limpia lama. No es de extrañar que no muy por debajo de la lama, exista agua.

LA BAHÍA SE NOS MUERE”. (En breve próximo artículo)




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