08 abril 2007

LA BURLA NEGRA

LA BURLA NEGRA
Hoy, un día cualquiera, da igual la hora llamaron reiteradamente a mi puerta pero no presté atención por saber quien llamaba. No suelo mirar para ver quien es porque me da lo mismo quien esté detrás de la rancia puerta. No cesaban de llamar; decidí no con muchas ganas de abrir, pero no habia nadie. !Será posible!, ¿nadie y éste se mamporrea solo? ¡ahí te quedas!, quien quiera que sea.... Doy media vuelta, y persevera el sonido con percusión pausada y fuerte. Me planto entre el marco del dintel, dirijo la mirada hacia un lado y otro y no habia nadie por los alrededores. Permanecí inmóvil varios minutos por si alguien aparecía, pero nadie apareció. Mis tímpanos parecían "estallar" por armonioso silencio; a la vez me invadió una frialdad que entumecio mis sentidos. Sin ataduras, consentí que aquellas formas se apoderaran de mi voluntad y me llevaran .Vi un brazo desnudo limpio y reluciente como el Sol reposando su mano diestra sobre mi hombro derecho; oí una razón musical que me decía: soy yo quien te llamo para invitarte a salir y puedas ver que tu ceguera no es tal, asómate y verás que viajas en el "tren sin retorno"...
-Y tu, ¿quien eres...?, que me induces con tu voluntad como si de la mia se tratara.
-Que mas da quien sea, abre tus ojos y mira.
De este modo me vi partir desde la vieja estación, y sentado en el antepenúltimo vagón del tren de la vida, viajo sin retorno; el corto recorrido al azar, adentrándome poco a poco en la monotonía, envuelto en el rigor de las simplezas y las implacables imposiciones que acepto, si bien, no en conciencia porque entiendo que todo es vanidad y lastre de espíritu.
Tras el cristal de la ventanilla, luce resplandeciente Sol, el invento del mono dominante que me conduce por fétidos carriles de otras bestias que osan llamarme compañeras de viaje; estas, quienes no perciben sino dolor por falta de alimento y el palo del amo.
¡Pobres bestias!..., nos hacen pensar, por el escaso conocimiento y la falta ciencia; mientras tanto grita mi espíritu; grita con quejidos indecibles su disconformidad por tanta aflicción disfrazada de bienestar en el engaño de cada dia; ¡benditas bestias, si así fuere!... ¡No al mono opresor¡ porque sus ofertas viajan en el mismo tren.
Acepto lo impuesto con resignación porque atado estoy con fuertes grilletes a lo irreversible; aunque mi mente vuele involuntaria por el vicioso circulo del cada dia, ¿que remedio me queda?.
Así, he caminado por el lodo y navegado en popa con fuerte marejada capeando el temporal, o bien , sentado en el viejo vagón, "que no soy sino yo mismo".
Entumecida mi cabeza, trato de poner orden en mis ideas.
¡Son tantas las vivencias¡, ¡tanto dolor pasado y tanto desconsuelo!, ¡tanta las penas, y tan pocas alegrías!, que se hace suave el disfraz que llevo, porque a través de él, veo como la verdad permanece escondida en si misma ofreciéndome lo que es: la mentira maquillada..., la burla negra...
La apostasía "fraguada en el quinto nivel del abismo", ha invadido la mente de los hombres monos, apoderandose de su voluntad como si de un virus se tratara." Pero quiso el Hacedor abrir un pequeño resquicio para dejar paso a la excepción; ¡qué seríamos sin ella...!
Los hombres somos esclavos mutantes, se intuye porque la lógica y la razón están en todas partes; allá donde nos encontremos, ahí estará como paladín del rey, con espada de doble filo.
Salvo descuido mayor, no doy cobijo al invasor. El bien y el mal están presente en todos los compartimentos, dispuestos a pelear, pero tenemos la virtud de discernir entre ambas ciencia; lo que nos obliga a aceptar o cerrar las puertas a la bestia inteligente.
Si damos cobijo al artrópodo, seremos poseídos por la fuerza que invade la conciencia, o lo que es igual, sentiremos el horror de como pensamos y padecemos la presencia de la poderosa fuerza invasora...
El hombre no acepta la "oscuridad" porque cree poseer libertad plena; por lo tanto, lo que está bien, como lo que está mal, lo acepta de buen grado, como parte de sus obras ya que cree que forma parte de si mismo; de esta manera se hace copartícipe del intruso contaminándose sin saberlo padeciendo los efectos debastadores que produce el parásito en la conciencia.
Quien piense que "está viajando", se resigna; se asoma a la ventana para observar el paisaje y dice para si: ¡que hermosura!...; y a la vez, con espíritu compungido en lo profundo de su ser, se lamenta porque sabe que la vida del hombre es como un suspiro, y que el tren se detendrá par él.
Hoy, cumplo años; he pasado por la parada cincuenta y ocho, y la irrealidad que en mi mora presta atención al paisaje, "me engaña la vista presa del entusiasmo" -producto de la imaginación-. Si cierro los ojos, todo permanece oscuro, prevalece el murmullo de los sonidos y el recuerdo abstracto. Otros en cambio, "no saben que viajan," -tanto mejor-; cuando se asoman a la ventana, o es de noche o el tren atraviesa un túnel; y para su desgracia, o tal vez bienestar, cuando sale del Túnez, no ve mas paisaje que la cara de otro viajero, con aflicción.
¡Ah!..., pero no es aconsejable generalizar cuando del ser humano se trata; porque de entre los seres vivos es el único capaz de caer en el mismo hoyo "diez veces"...; de no ser así, no habría tenido razón de ser el sacrificio del joven de Nazareno; porque entre otras cosas, Él vino para curar "a los enfermos del yo", aún siendo estos sus verdugos.
De entre mis dos naturalezas, como carnal siento dolor por el nazareno y digo: pobre Jesús, ¡cuanto padeciste!..., pero como dios de fe, doy gracias por los quejidos de aquel que se negó a sí mismo, porque gracias a sus heridas fuimos todos curados; todos los que creyeron en Él.
La muerte de su Cuerpo fue moneda de cambio, y cuando la sangre de sus heridas fluía en lo alto del madero y sin aliento, se enfrentó a la muerte sujetándole la guadaña, no soltándola sin antes reivindicar a la Autoridad Superior, la curación de sus verdugos... Fue oído, cuando asfixio a la bravucona con el poder de la entrega de sí mismo. Consiguiendo el galardón de vencedor. La despiadada matadora lo elevó al madero sin saber que este, le aplastaría la cabeza.
Descendió a "profundas e inaccesibles cavernas del tiempo", mientras su cuerpo reposaba en el sepulcro sin corrupción, hasta pasado el mágico guarismo y cumplir sin ser obstaculizado dando oportunidades a multitudes, construyendo habitáculos de luz. Luego, despertó su cuerpo mortal transformándose la materia en luz. Se despidió de los suyos prometiendo un futuro hogar y un próximo retorno.
Mientras tanto dijo que era necesario que la burla negra siguiera hasta su regreso; no tener temor, ¡Yo la he vencido!.
La burla negra es agente de dos bandos, es la sonrisa disfrazada y la risa enloquecida, es como un tiesto sin fondo. Es la soga del patíbulo y la bala de fusil dirigida al inocente; es la voz de la oscuridad y el sendero de la muerte. Es en definitiva la presencia de legiones tenebrosas y el murmullo de las tinieblas. Son altas jerarquías, tronos y dominios diabólicos que se desplazan por los aires luchando insaciablemente, engañando a los hombres, desposeyéndolo de la razón, haciéndoles ver que pleitean entre ellos, cuando en realidad es lo que os dije que no lucháis contra carne ni sangre sino con tronos y dominios, potestades de la oscuridad que se mueven en los cielos. Jesús Borrego
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